Me sentía derrotado más no fulminado. En cierta forma guardada la esperanza de conquistar un mejor presente.
También todo era incierto.
Mi hija acostumbraba visitar a los seres más queridos que teníamos y no era para menos.
Fueron nuestra mano derecha cuando ellos fueron niños.
Mi hijo también deseaba hacerlo.
Y obviamente yo no quería más que compartir con ellos lo que podría ser mi última navidad.
Yo estaba pensando como siempre y actuando como nunca.
Para aquellos tiempos yo conducia un taxi de propiedad de un profesor, las utilidades eran muy míseras.
Por lo tanto mi compañera constantemente se lamentaba con justa razón de mi realidad.
Una iliquides total, vivíamos en arriendo y últimamente mis ingresos no eran suficientes para los gastos que requiere una familia.
Yo estoy viviendo en el futuro mi presente.
Porque estoy seguro que todo mañana será mejor.