viernes, 14 de noviembre de 2025

¿ Porque compatir ?

Desde que cumplía quizá los quince años, noté un gusto por intentar escribir, leía de manera acasional y me parecía admirable escribir.
No me gustó el tradicional método escolar, siempre me pareció algo muy tedioso, rutinario e improductivo. 
Me agradaba mucho la matemática y el idioma.
La historia, la ciencia y la botánica  hacían tormentas en mi cabeza. 
Ni hablar del inglés y la religión.
El primer libro que me regalaron, fue un pequeño ejemplar de Santo Domingo savio.
Me impacto quizá y también recuerdo un pequeño ejemplar del nuevo testamento.
Este último también me gustaba, aunque me parecia algo incómoda, la forma como se repetía en la escuela, en la parroquia y en casa de mi madrina.
Pasado un tiempo, solo leía los artículos del periódico y los clasificados de empleo.
Mi padre compraba el diario y me enviaba a buscar empleo.
Yo salía, deseando no encontrar y de hecho siempre sucedía así. 
Alguna vez hallé un empleo en oficios varios. Lavaba las jaulas de las aves, les llevaba el alpiste y otros que haceres que quizá prefiero poco recordar. 
Como vender aves en la calle y perros.
Pequeños cachorros que eran arrancados de la madre.
Mi padre de disgustaba un tanto. 
Pero al final seguía siendo el niño que trabajaba y así mismo estudiaba en la nocturna.
Habían muchas personas mayores y yo era poco aplicado, por no decir que nada.
Abandone mis estudios y me dediqué a trabajar en todo lo que hubiera por hacer. Casi que de manera informal, porque aunque fuera asalariado, no tenía ninguna garantía en calidad de prestación de servicios. 
Nunca podré recordar cuanto devengaba.
También fuí bastante perezoso y prefería ir al cine o jugar con algunos niños del barrio, aunque en verdad poco me gustaban sus habituales costumbres.
Así que empecé a preferir un poco la soledad. 
Recuerdo que antes de ir a prestar el servicio militar, trabajé con un tío, era yo ayudante de un carro tanque de  distribución de aguas domésticas. 
Las cargabamos en el río y las vendía el tío, hermano de mi madre, en los barrios más pobres de la ciudad.
Hacíamos canciones, improvisaciones con el tío mientras conducía. En el género vallenato. 
Fueron tiempos de infancia y adolescencia.
Un día escribí lo que cantamos, se lo mostré al tío y sonreía diciendo. Esto es una canción que compuso el piusir.
Así me decía. 
No podré jamás recordar que decía y que sucedió con aquella letra. 
Mi tío era muy buen cantor. 
Cuando terminé de trabajar al lado del tío Jorge.
Me fuí a trabajar como ayudante de  zapatería y de ornamentación.
Tiempos de adolescencia.
Fue allí un lunes por la tarde, cuando se decía que era lunes de Zapatero.
Que leí, Pinocho.
Fue el primer cuento que me llevó por el fascinante mundo de la lectura.
Creo que lo leí todo, esa tarde de lunes.
Escuché hablar de un cuento que se llamaba don Quijote. Lo había leído en la escuela pero solo por apartes, el libro era de la biblioteca del centro educativo, cada niño leía algo y así la maestra lo pasaba de niño, en niño. 
Nunca pude comprender la historia, o los apartes del libro, que solo se leía cuando había clase de español.
Lo que si aprendí en ese entonces, fue que había un escritor de nombre Cervantes.
—Volviendo a la juventud.
Me enfile en el ejército y perdí toda posibilidad de leer libro alguno. 
Solo aprendía a marchar, cantar himnos militares, limpiar armas y caminar mucho. 
El ejército en aquel entonces me pareció algo cruel, inhumano y sin sentido para la formación humana. 
Excepto la disciplina. 
Afortunadamente el tiempo terminó pronto. Fueron dieciocho meses improductivos diría yo. 
Cuando regresé a casa de mis padres, todo era un mundo de pobreza y luchas, tanto por parte de mi madre y mi padre. 
Las limitaciones eran muy grandes. Éramos siete hermanos y yo con veinte años era el mayor. 
Nuestros padres incansables trabajadores. Tanto que no había tiempo para el afecto, una charla amena, un abrazo y menos caricias. 
Todo era frío y seco.
Creí que era justo que descansará, no había hecho nada durante los últimos dieciocho meses, pero mi sentido decía que no debía hacer nada.
Solo escuchaba música, comía y jugaba fútbol en la calle.
Por mi mente el gusto por leer o escribir se había desvanecido. 
Antes de hacer parte de ejército, algunas veces mostraba a mi padre algunas cosas que escribía, el solo decía. Siga así y se morirá de hambre. Estudie algo. Además lo que usted escribe no tiene sentido, son tonterías.
Y le estaba creyendo. Le debi haber creído.
Aún escribo, estando ya viejo. 
No guardo nada para mí. 
Lo comparto. 
Lo cierto es que había olvidado que deseaba leer el Quijote.
Un día que salí a "buscar empleo, deseando no encontrar". Ví una biblioteca pública. 
Me acerqué lentamente y con cierto temor o inseguridad quizás.
Había un pequeño pasillo con pisos en madera, una casa vieja, y, una vieja en una silla y un estribo. 
— Quizá no saludé, quizá no fui visto como un posible cliente y la ...
 (Señora). Cerro una ventana más vieja que la vieja, estamos cerrando. Tal vez eso dijo.
Quizá no dije nada, solo salí y vi un letrero que decía de ocho a 12 de dos a cinco.
Osea que serían las doce. 
En verdad la señora estaba cerrando la biblioteca. 
Cuando me encontré con mi padre, en su habitual sitio de trabajo, seguro le pregunté sobre la biblioteca. 
El me diría tantas cosas que no recuerdo con claridad. 
Lo que si se me grabó fue. ¿Consiguió trabajo allá?
Así sea barriendo no vaya a decir que no.
La verdad tenía intenciones de todo, menos de barrer allá y no creo que necesitaran empleados para el aseo. 
Porque recuerdo que todo estaba muy limpio.
Solo lo pensé. 
Porque a mi padre no se qué le respondería. 
No lo recuerdo. 
Un día en un baile con unos amigos del barrio, en una casa de familia, ví muchos libros; entonces pregunté a Virgelina, una chica que me gustaba, pero a la que jamás me atreví a decírselo.
Que,  ¿que libros quizá pregunté? ¿Serían esos? ¿Que de quien eran?
— Creo que yo también le gustaba, pero esta inseguridad mía me llevaba al abismo.
Siempre fue muy linda conmigo.
Eran de la madre de ellas. Ellas eran Rosa y Virgelina.
Abrió una pequeña puerta en madera de aquel escaparate y sacó algunos. 
Con la sorpresa para mi, que ví un libro con una pasta que pintado tenía: un burrito montado por un gordito y un caballo montado por un anciano delgado y de barbas blancas y largas.
EL QUIJOTE.
Guau exclamé. 
Era el libro que casi había olvidado. 
El la escuela, ese libro estaba forrado en su pasta, con una tela o plástico color café. 
Ella vió mi admiración y dijo: palabras más, palabras menos. ¿Lo quiere leer?
¡Claro que si!
La madre de ellas, era conocida de mi madre; así que le propusimos que me lo prestara. Dijo que si.
Ese casi fue el fin de esa fiesta para mí, o el inicio quizá de lo que sería la fiesta más larga de mi vida. 
Leí ( El Quijote ) yo solo, en silencio, a veces interrumpido por razones que en ese entonces no comprendía. 
Ese libro me dijo a mi, que yo también podría escribir, así mi padre dijera lo contrario y así muriera de "hambre".
Alguna ves le mostré a mi padre apartes del libro que leía, y sus respuestas siempre fueron negativas.
(Usted es un pobre bobo).
No estoy señalando a mi buen padre, quizá le estoy agradeciendo, porque él me enseñó. Que donde hay obstáculos, es porque a hay grandes sueños por materializar.








son saber

No se si muera saciando mis ansias de placer carnal
o muera regocijado en el espíritu del padre
mas mientras viva seguiré siendo imperfecto como buen mortal 
con deseos mundanos  y con ansias de amar
con infinita pasión por la vida misma y por servir
indignado  al  ver las injusticias del hombre
rebelde de nobles causas y sin armas , respetando las opiniones ajenas
pero expresando las mías a pesar de las intimidaciones.

sin reprocharme el pasado , ya que mi presente esta lleno de bondades
agradecido de esta mágica oportunidad de vivir
de haberte conocido o por lo menos de haberte visto en una fotografía
y de haber compartido tus ideales o ser detractor de estos.
lo único cierto es que un dia o una noche del tiempo
habré de partir sin despedirme de muchos  que amo y de ti
que lees por curiosidad .
Es por ello que intento vivir al máximo , cada magico segundo
complacido de las nuevas experiencias y de los nuevos rostros que jamas vi
esquivando a mi manera los obstáculos que intentan destruir mi feliz tiempo..

muchos

— Hay muchos buscando reconocimiento.
— otros anhelan alimentos. 
— Cuantos más deseando no haber nacido. 
— Y otro cúmulo que no quisiera morir.
— Otros sufren la partida de sus seres amados.
— Otros mataron.
— Para pocos la vida es nada.
— Y para cuantos más, la vida lo es todo.
— Algunos saben que están locos.
— A otros se les señala.
— Hay también poetas, escritores, pintores, escultores y actores.
— Muchos son poetas de sus propios amores , escritores de sus sueños, pintores de lo imaginario, escultores de sus cuerpos y actores de su comica realidad. 
— La vida es un carnaval lo decía Celia.
— Pero en medio de todo, es única.
— Edgar Plata —