martes, 29 de abril de 2025

las cosas


Se de personas nobles de siempre, serviciales y gentiles. Más hoy están enfermas en la carne. Su espíritu sigue siendo el mismo.

El fruto y el recolector

El abuelo llegó a la ciudad con los bolsillos vacíos y las manos llenas de callos.

Trabajaba 16 horas al día. Comía lo justo. 
Nunca se quejaba. Trabajaba, ahorraba. 
No había vicios, ni tiempo que perder. 
Y así fue juntando un capital y empezó a comprar terrenitos que la gente le ofrecía por apuro o por necesidad.  
Compraba y vendía. Compraba y vendía. 

A los 45 ya tenía terrenos, alquilaba cuartos, tenía tres negocios funcionando.
A los 60, era respetado.
Era millonario. 
Y todo eso lo hizo sin títulos, trabajando, ahorrando y aprovechando las oportunidades. 

Tuvo un hijo.
El hijo creció viendo el resultado, no el proceso.
Se convirtió en un buen heredero. Pero no en un constructor.
Administraba bien, pero no multiplicaba.

Luego vino el nieto.
Y el nieto ya no vio ni trabajo, ni esfuerzo.
Solo vio lujos, viajes, tarjetas de crédito y mimos de la mamá:
"Algún día todo esto será tuyo."
Lo mandaron a los mejores colegios, le dieron los mejores regalos…
Pero nunca le enseñaron la historia.
Nunca le enseñaron a crear, solo a gastar.
Y así, en menos de diez años el nieto vendió lo que el abuelo tardó media vida en levantar.
Entre fiestas, autos, caprichos y “negocios” sin sentido…lo quemó todo.

Hoy el apellido todavía suena fuerte…
Pero la cuenta bancaria no.
Y nadie habla del abuelo.

MORALEJA: Lo difícil no es hacerse rico… lo difícil es criar a alguien que no destruya lo que construiste.
Tu amigo. 

El cuervo y el zorro

Un cuervo devoraba un pedazo de queso. De pronto apareció un astuto zorro y le dijo:

—¡Excelentísimo cuervo! ¡Qué honor verte!

El cuervo no respondió, pero el zorro continuó:

—Dicen que eres un gran cantante. ¡Cántame una canción!

El cuervo sabía lo que el zorro intentaba. Recordó el poderoso consejo que su madre le dio antes de morir:

"No te fíes de las palabras bonitas... muchos tienen AZÚCAR en la boca y VENENO en el corazón"

El zorro, desesperado, se relamía esperando que el cuervo soltase el queso.

—¡Vamos, canta para mí, eres el mejor del bosque! —Insistía.

Entonces, el cuervo hizo algo increíble. Partió el queso en dos. Voló hacia el zorro. Y dejó caer la mitad justo frente a él.

—¡Esto es para ti, disfrútalo!

El zorro abrió los ojos impactado.

—¿Por qué hiciste eso?

—Verás zorro, mi madre me enseñó a no dejarme engañar... pero también me enseñó a no cerrar el corazón. Sé que tienes hambre, pero no era necesario mentir. Si querías queso, podías pedirlo. Yo nunca te lo hubiese negado.

El zorro no supo qué decir. Agachó la cabeza avergonzado y comió su queso, esta vez lo disfrutó como nunca antes. Ese día, se fue a casa con una valiosa lección. Nunca más volvería a engañar para conseguir algo.

Así como el zorro, hay personas maestras del engaño, te dirán cosas bonitas y te endulzarán los oídos, pero no siempre serán palabras sinceras. Esa gente no regala halagos, los cobra. Pero querido amigo, si algún día te encuentras en esta situación, no pagues con la misma moneda. Sé como el cuervo, enséñale a los zorros que el camino de la mentira no es el mejor. No es necesario engañar para ganar. Aunque tristemente muchos piensen que es la opción más inteligente. La falsedad solo crea desconfianza y dolor, destruye corazones.

Hace falta más honestidad en el mundo, pero cambiar esto está en tus manos. Sé transparente. Sé honesto. Inspira a los demás a ser parte del cambio.