Es tan poderosa que no admite ser violentada por irracionalidad alguna.
Es la expresión máxima del ser, viene y se queda aunque esté yo ausente de su magia.
No es amarga, no juzga, no me cohibe, no cela en el espacio de la turbulencia.
Gracias a ella aprendo y confío en la mañana y en la noche, aunque en algún momento, sé que no estará.
Se llama: Mi soledad.
— Edgar Plata —