Dedicado a todas esas personas que el mundo llama “especiales”:
a quienes viven con autismo, esquizofrenia, bipolaridad, depresión, ansiedad,
o cualquier otra forma distinta de percibir y habitar la realidad.
A quienes sienten más allá de los límites,
sueñan con mundos invisibles
y aman con una intensidad que muchos no comprenden.
No están rotos, ni perdidos.
Solo caminan otros senderos…
donde el alma ve lo que los ojos no pueden.
"Margarita, la que miraba más allá"
Desde pequeña, Margarita
hablaba con nadie,
con la mirada perdida
y una sonrisa como de luna llena al atardecer.
Decían que estaba sola,
que el mundo le quedaba grande
o que ella era demasiado pequeña.
Pero nadie veía lo que ella veía.
Más allá del muro
había un jardín sin tiempo,
y en un banco de piedra se sentaba
un muchacho de ojos eternos,
que le hablaba sin palabras,
que le cantaba canciones
que nunca aprendió en esta vida.
“Es su amigo imaginario”,
decían los mayores.
“Esquizofrenia”,
dijo un médico con bata blanca.
Y le pusieron nombres
que no encajaban
en su idioma de estrellas.
Pero Margarita sabía.
Ella sabía.
Recordaba
las noches de invierno
en otro siglo,
con otra piel, otro nombre.
Recordaba morir
y quedarse esperándolo,
más allá del tiempo,
en la cuarta dimensión.
Nadie le creía
cuando decía que él le hablaba
entre sueños y silencios,
cuando los ojos normales
miraban hacia otro lado.
Margarita, la niña especial,
no estaba loca,
estaba despierta.
Y si lloraba a solas,
no era por miedo,
sino por amor.
Porque amar
más allá de la muerte
no es enfermedad.
Es un milagro.
Reflexión final
A veces, lo que llamamos locura
es solo una sensibilidad distinta,
una puerta abierta
a lo que otros han aprendido a ignorar.
Margarita no estaba rota,
solo veía más lejos.
Más allá de los relojes,
más allá de las paredes,
más allá de esta vida.
Quizás, si escucháramos con el corazón
a quienes el mundo llama “diferentes”,
descubriríamos que algunos no están perdidos…
solo están en otro plano,
esperando que alguien los vea
con los mismos ojos
con los que ellos ven el alma.
¿Y si los enfermos no son ellos… sino nosotros?
Nosotros, que hemos olvidado cómo ver más allá,
cómo escuchar el alma,
cómo creer en lo invisible
No hay comentarios:
Publicar un comentario