Me perturba comprender y asimilar, que mis hijos también irán al oscuro silencio, ese que nos volverá tierra.
Pensar que estarán lejos o cerca, de la sepultura de mis huesos , me conmueve.
Hoy están radiantes de juventud, después seguramente serán viejos tercos como yo.
Llevarán a cuesta sus propias historias, sus lágrimas serán el
inhóspito delirio de sus generaciones.
Morirán y no se quien llevará sus cuerpos, y si por lo menos serán dignamente presentados a las fosas que preparan los demonios.
La vida siendo tan hermosa, también es cruel. Aunque creamos ser liberados de las ataduras de lo terrenal, el amor es infalible.
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