logro escribir algo verdaderamente importante, agradable o bonito; será porque los bichitos extraños intervinieron.
Repentinamente susurran y detengo toda actividad, al haber interpretado sus órdenes.
Es un momento placentero para mí, me siento halagado.
Por eso llevo siempre conmigo el diccionario.
(A pesar de eso estropeo la gramática) Y ellos ... (los bichitos) no son culpables, porque ellos dictan, no redactan.
Me advirtieron que no plagiara nada, porque se irían por siempre.
A cada ser le fue asignado un ...
"bichito" . Así les llamo yo.
Julio Cortázar le llamaba Mister Hyde.
Otros le llaman sus demonios, otros sus sombras , sus almas. En fin, casi que cada escritor aficionado o profesional, tiene un imaginario ser de luz que lo lleva por la ancha y agradable carretera de las letras.
Cuando intento escribir sin que ellos me lo hayan ordenado, llegan y se postran a mi lado, me guían, y es así como cada vez más , la adicción a escribir se hace más necesaria en mi cotidianidad.
Por ello siempre buscamos la soledad, porque el silencio es el principio de las cosas.
A sucedido que estando leyendo o escribiendo, también repentinamente algún miembro de la familia aparece y es como mágico que también desaparecen mis amigos...
" los bichitos ". Ellos saben que los llamo así por cariño, nunca les he escuchado enojarse por nada, son ellos los que me ayudan a mantener la cordura en mi imperfección humana.
Son los que permiten que mi mayor placer sea realidad, de no ser por ellos, no lograría convivir con las letras.
Es extraño. Pero son silenciosos, es algo comparado con la telepatía.
Yo creo que son dos, porque los he percibido en diferente ubicación y también he analizado cuando corrige uno a otro y es entonces cuando debo borrar y cambiar los términos.
Es un mundo fascinante y de ello he estado, estoy y estaré complacido.
Hace muchos años, desde niño intentaba escribir y no recuerdo haberlos sentido cerca de mi.
Después estando más adulto, continué escribiendo quizá sin mucho sentido como decía mi padre.
Todo lo guardaba en cuadernos y hojas que repentinamente encontraba, ahí escribía; los guardaba en una caja de cartón lo recuerdo muy bien.
Pero se esfumaron, se perdieron, se desaparecieron.
Yo creo que un fuego de odio ardió sobre ellos.
No recuerdo con exactitud cuando vinieron a mi mis amigos los ... (Bichitos).
Solo deseo que se queden conmigo hasta el fin de mis días.
Yo presiento que será así.
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