La señora que está sentada en su silla mecedora cuando pasó el escritor, no lo notó.
Los perros salieron a ladrar, seguramente ellos si lo saben, o quizá solamente quieren ahuyentar al desconocido, además los perros no saben leer, menos van a saber que es un escritor.
A veces también es poeta, lo dijo el mártir de la esquina, cuando pasó el escritor le gritó: POETA DEL BARRIO.
Me causó cierta sonrisa y seguí caminando al lugar donde está la camioneta.
Subí en ella, y, me marché a seguir recogiendo... Mierda.
Eso sí lo sabe mucha gente.
— Edgar Plata —
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