En la esquina se detiene un alma, con su fiel guitarra y una voz que emana
melodias que se tejen entre el smog y el concreto.
Un grito que se alza, fuerte y discreto.
Se deslizan canciones por oidos distraidos
Como ecos de historias, y sueños perdidos.
Un lamento antiguo florece en el asfalto
mientras la gente pasa, indifferente y alto.
Sus dedos recorren el mástil con destreza
cada acorde es un paso, una lucha, una certeza.
Sus rostro, un mapa de batalles no gabadas
iluminado por luces vetrina y miradas.
No pide aplausos, solo un instante de calma
respiros para el alma que se empalma
con la rutina diaria, el trajin sin tregua,
un canto solitario que la ciudad no niega.
El sol se va escondiendo tras las urbes de cemento
su voz se aferra al ultimo aliento.
Las sombras se alargan, creando la penumbra
su musica persiste, en la noche que alumbra.
Tal vez nadie se detiene, tal vez pocas escuchan.
Pero el no desiste, el arte es su bandera,
un trovador moderno en esta vida de cera.
Un poeta de la calle, con el corazón al descubierto
entregando su arte, su ser, su mundo incierto.
Y en cada nota que vibra, en cada verso que se espande
quedan las promesas de un mundo mas grande
donde la musica no tenga barreras ni fronteras, como la poesia.
y florezca la esperanza en las calles y las praderas.
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