Prepara nuevamente tus rodilleras y el velo del disfraz. Gemiras igual que la bestia, ya no lloras, ni ríes, todo es silencio y oscuridad.
Mejor hubieses dado de beber al sediento, de comer al hambriento y hubieras vestido al desnudo.
Ya ves que tus sermones fueron falacias.
En vano juraste por dioses que creaste, mientras los tuyos padecían y presumias en la vanidad de un infierno real, que hoy azota miserablemente tu alma. Un alma inocente de la crueldad humana que no te atreviste a abandonar.
Te dijeron . ¡Duda!
Pero fuiste la flor de la arrogancia en agua envenenada.
— Edgar Plata —
No hay comentarios:
Publicar un comentario